¿Cómo pensar la revalorización del
cuerpo en el arte contemporáneo?
Pensar la revalorización del cuerpo
en el arte contemporáneo, implica diversas cuestiones como comprender, que
dicha actitud radica en aquello que lleva a la producción y no en el resultado.
La búsqueda de un cuerpo que se revaloriza, más allá de estar relacionada con
la práctica del que-hacer artístico, tiene primeramente que ver, con un
comportamiento palpable en los fenómenos sociales. No se trata de buscar al
cuerpo, sino de vislumbrar la postura que muestra que se retoma en el acto de
la producción de un objeto-imagen.
Mi trabajo de investigación titulado El cuerpo en Bausch, Orrico y Guo-Qiang
desde el discurso posmoderno de Michel Maffesoli, consiste en una reflexión
sobre la revalorización del cuerpo a través del arte, a partir del marco
teórico de Maffesoli. El autor afirma que actualmente el hombre está manifestándose
a partir de otros parámetros, que no son los de la modernidad, de esta premisa
propone una serie de herramientas teóricas en un marco abierto para estructurar
un saber heterogéneo que sea capaz de pensar las sociedades contemporáneas, en
un camino de incertidumbre que está vías de construcción. La actitud del hombre
actual en relación al cuerpo, es uno de los elementos de
este “nuevo” comportamiento, que difiere a los estatutos establecidos de la
llamada modernidad.
Para entender dicha actitud, es
necesario dejar de lado el conocimiento cerrado, homogéneo que la razón
racional de la modernidad había instaurado. Se trata de abrir condiciones de
reflexión para rastrear, emplazar y crear herramientas teóricas que permitan
analizar aquello que se escapa del
racionalismo moderno. Es cuestión de asumir que las sociedades actuales
están actuando de forma diferente,
que las grandes certidumbres y afirmaciones que se había cristalizado, se están caducando porque ya no
convencen al cuerpo social de lo que son. Michel Maffesoli, en su texto, Elogio de la razón sensible apunta que
actualmente el hombre actúa desde criterios desligados de la razón
instrumental, en donde lo sensible toma fuerza para convertirse en la marca de
las sociedades contemporáneas.
La modernidad se
caracteriza por la jerarquía y grandeza que se le adjudicó a la Razón, soslayando
al cuerpo, cerrando el pensamiento.Pensar
desde lo sensible es pensar en la reconciliación de lo pragmático y lo
afectivo. La sensibilidad nos remite al cuerpo; es el cuerpo el que, desde lo
sensible, podrá posicionarse como un cuerpo, que a partir de lo experiencial se
relaciona con el mundo. Un saber que regresa a
lo sensible despierta la intuición. La razón deja de ser glorificada para
igualarse con el cuerpo. De ahí, la razón sensible término de Maffesoli, como
herramienta teórica, útil y necesaria para reflexionar las sociedades actuales,
porque goza de la capacidad de abordar la postura del hombre que retoma lo
sensible, en donde está incluido el cuerpo. Las apariencias, la experiencia,
los afectos, las pasiones, resurgen. Pensar desde la razón sensible es asumir
que el saber y el cuerpo están en sinergia.
Abrir condiciones de pensamiento para
dar cabida a lo sensible como parte de estructuración del comportamiento, es
dar lugar a lo heterogéneo. En la multiplicidad de formas está la multiplicidad
de pensarlas. En la heterogeneidad de los fenómenos actuales, se entrevé un
resurgir del cuerpo. El arte, por el simple hecho de ser manifestación, se
vuelve fértil para la reflexión de dicha actitud, o de otras.
En este sentido, el cuerpo en el
arte, ya no tiene que ver con
exaltarlo, ponderarlo, utilizarlo, o mostrarlo, sino con aceptar que el
posicionamiento del hombre en el mundo, viene con la asimilación de ser-cuerpo
y no, tener-cuerpo. Ser-cuerpo
implica la fusión entre la razón y lo sensible. No se trata de desligar la
razón de lo sensible, se trata de dejar de lado la dicotomía entre estos dos
polos que se había perfilado con los griegos, que se concretiza con el
humanismo, para la asimilación de la correlación entre ellos. La conducta del hombre que tiene que ver con la
revalorización, viene de aquel hombre que se piensa como individuo en términos
de Nietzsche, quien insiste en regresar a pensar desde el cuerpo.
El resultado de la búsqueda de un
cuerpo que renace en el campo del arte no está en el objeto-imagen, sino en la
acción. Porque una vez más, no es el cuerpo de lo que se trata, sino de la
implicación de regresar a pensar desde él, de percibirlo en simbiosis y actuar
desde ahí. En este sentido, la reflexión en el arte se remite a aquello
instintivo que lleva a este hombre artista ejecutar. De ahí, observar lo
contemporáneo resulta imperativo, aquello diferente de lo actual como es el
desapego de las certidumbres y verdades, es en donde se puede encontrar un
cuerpo que emerge. En el desprendimiento está la diferencia. La diferencia
entre hacer caso al campo de las pasiones, de lo sensible o bien, de quedarse
con la razón instrumental. Una actitud que revaloriza al cuerpo, no se deja
condenar por la fuerza de una razón racionalizadora, que enseña, sino deja
entrever que el instinto también es pensamiento, que lo sensible es fuerza, y
que la experiencia es el elemento
de relación con el mundo y no sólo la razón. Lo sensible modifica las
prácticas. Es el vitalismo aquel que conlleva a un hombre, que vivo, siente y
piensa. Que es-cuerpo.
Se trata de rastrear a aquellos que
actúan desde dicha característica, que en el proceso de producción se perciba que la incentiva mora en otra
parte, en lo sensible. Esto, no quiere decir que el cuerpo no deba o no pueda
aparecer en la primera línea de la expresión del arte, al contrario, la mayoría
de las veces sucede, sin embargo, la búsqueda debe iniciar en lo sustratos y no
en el objeto-imagen. Así, las posibilidades de encontrar en las manifestaciones
artísticas un cuerpo que renace, se multiplican.
Pina Bausch, Tony Orrico y Cai
Guo-Qiang son los artistas que seleccioné para mi tesis, en donde a través de
un recorrido en busca del cuerpo, encontré que más allá de tratarse de un acto
de revelación, se trata de una acción que vislumbra un cuerpo que emerge de la
neblina del saber moderno.
Pina Bausch, crea a través del
movimiento un lenguaje para expresar aquello oculto del campo de lo sensible.
Asimismo, su obra está compuesta por elementos que revitalizan el campo de las sensaciones para que el espectador se relacione
con ella y ahí, la experiencia.
Tony Orrico es emblema cuando se
trata de pensar en el ser-cuerpo. Porque para la ejecución de su obra, deja de
lado toda instrumentación del saber-hacer del arte, se desprende para que el
ser-cuerpo sea el ejecutor de un objeto-imagen. La obra de arte no es
resultado, sino el proceso por el cual el ser-cuerpo transcurre en una duración
de creación.
Finalmente, la obra de Cai Guo-Qiang
es la que me llevó a la conclusión de que en el arte contemporáneo, el cuerpo
se revaloriza desde una postura. Porque el artista, por un lado, para el
montaje de su obra, incluye a voluntarios que pasan por una experiencia que sirve de vínculo social. Por otro,
la obra exige que el espectador despierte lo sensible, que haga caso al campo
de las pasiones para relacionarse con ella. Agudiza los sentidos para que el
choque con el objeto-imagen sea mediante una experiencia vivida y de ahí, pueda
generar pensamiento.
Otro ejemplo podría ser Ai Weiwei,
quien presenta en el piso de una galería, millones de semillas de girasol de
porcelana hechas a mano. El
proceso se vuelve una experiencia relacional, así como el vínculo entre el espectador y la obra,
porque rebasa los límites de la razón para ligarse desde lo sensible.
En este sentido, pensar la
revaloración del cuerpo es pensar en una actitud que muestra un rastreo de
aquello sensible, que regresa al antes de la construcción del hombre como idea,
que regresa a la intuición, al origen, en términos de Maffesoli, a una
sabiduría salvaje, porque el hombre ya no piensa al mundo, no lo define, sino
se piensa con el mundo para moverse en el mundo.
Esta es un vía que requiere de
posicionarse en un marco teórico tal que permita tanto entender que la
plataforma epistemológica de la modernidad está estructurada por ciertos
lineamientos, como asumir que la actitud del hombre ante su cuerpo se modifica
porque las sociedades contemporáneas se están comportando desde otros
parámetros. Así, si se emprende la reflexión desde una sabiduría que acepte la
interacción de la diversidad, la integración de los contrarios, la apertura a
lo heterogéneo, es posible encontrar nuevas y más formas de aproximación al cuerpo.
Así, la tarea radica en la apertura de generar nuevos y diferentes saberes
desde una postura que asimile lo diferente.
Natalie Gama Pourdanay